jueves, 8 de julio de 2010

Un minuto














1,2,3,4...
el tiempo se mofa inicuamente,
brinca a mi lado; alzo mi mano,
el intento por reterlo es fallido.

5,6,7,8...
estoy malherido y despojado,
tendido entre un lucero y una poza,
inventando juegos de palabras,
inventando la manera de llamarte por tu nombre

9,10,11,12...
pero las palabras me buscan,
me hayan, se espantan,
me desconocen... ya les soy ajeno.

13,14,15,16...
el tiempo no se quiere detener,
no comprende mi zozobra,
no entiende mi impotencia,
los segundos se me escapan... adiós.

17,18,19,20...
estoy enloqueciendo, languideciendo,
la muerte mientras me danza,
me embriaga con un profundo pesimismo
e intenta ser apetecida por mi alma.

21,22,23,24...
subo, bajo, camino, corro, camino,
me detengo, grito, enloquesco aún más,
lloro, me desgarro, titubeo,
me arrojo al abismo, freno mi caída...
tan solo desvarío en el intento.

25,26,27,28...
y el desvarío me susurra ... "ama"
y se quiebra una nota musical que iba perdida,
el tiempo se arroja en mi reloj...
los tic tac disfrazan mi luto por el si bemol.


29,30,31,32...
el amor cuando no es arisco,
desciende como dádiva, como nieve,
blanca, pura e impoluta, mas luego se deshace,
se evapora... solos nos encontramos tras su fuga.

33,34,35,36...
como criaturas indefensas nos quedamos,
sin embargo impedimento no es esto
para desgarrar con nuestras envidias
al que ya destrozado, agoniza.

37,38,39,40...
ya no sé si cuarenta son los segundos,
olas horas, o tal vez si no hay error,
cuarenta años ¡sí! años de locura
y fertilidad, años de miel y fragancia.

41,42,43,44...
¡espanto!, espanto es oir la discusión eterea
de mis pensamientos efímeros,
contra el muro liviano e intransigente
de mi almohada sonora y complaciente.

45,43,47,48...
tengo tertulias frecuentes con la
confidente del poder,
la ayudante del deseo,
la amiga de la fama
y la hermana putativa de la desconfianza:
la soledad.

49,50,51,52...
para no sofocar a los fuegos con hielos,
para no contestar al cóndor malherido,
para no mantener equilibrios macroeconómicos;
para no visualizar nieve negra y carbón blanco,
para dejar una vida de visiones,
estoy sólo a un mísero paso,
interrumpido por un morboso infinito.

53,54,55,56...
los espacios lúdicos, espacios vacíos,
luchan con armas de cartón;
sus sueños eran de papel.
Todo se confunde en mi diminuta,
pretensiosa, objetable y henchida cabeza
con los dilemas bucólicos y taciturnos
al interior de una entidad orates
que me derriba brusca y encarnizadamente.

57,58,59,60...
se termina todo en el principío,
espero exiliar la gravedad de un latido
en un transporte de liviano optimismo
y arrojar el alma al infinito e inmortalizarme.

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